Isabel Rojas Díez.
Jueves 1 de octubre de 2015, hoy comienza nuestra aventura, preparados con nuestras mochilas nos montamos en el bus camino de “La Pradera”; allí nos esperan nuestros compañeros para pasar un día inolvidable.
En este pueblo que parece recién salido de un cuento y en un día lleno de luz y de otoño, hacemos nuestra parada, donde nos esperan un montón de actividades que no nos dejarán parar ni un minuto… Empezamos con tiro con arco y cerbatana, lo dimos todo, los que tuvieron más suerte clavaron alguna flecha en la diana, pero eso sí… dejamos más de un agujero nuevo en la pared, porque todo hay que decirlo…el tiro con arco es muy, muy complicado, hay que tener los nervios de acero y una buenísima puntería; en cambio con la cerbatana todo es más sencillo…solo hace falta apuntar y soplar. Como esto del tiro con arco y cerbatana es un poco cansado necesitábamos reponer fuerzas con un picoteo mañanero. Después de practicar nuestra puntería nos fuimos camino del monte, y entre pinos, robles, piñas, castañas, zarzamoras y un manto de hojas que se sueltan de sus ramas empezamos una especie de búsqueda del tesoro, gracias a unos gps teníamos que buscar una baliza y descubrir que letra tenía para volver corriendo y decírselo a Martín, si acertábamos, nos daba otro gps y a seguir buscando.
Cuando conseguimos encontrar todas las balizas cogimos nuestras mochilas y nos encaminamos hacia el embalse, era la hora de montar en piragua…todos emocionados bajamos por un pequeño camino y cruzamos el puente que había justo encima del pantano; después de cambiarnos y ponernos el bañador entre piedras y juncos, cogimos nuestro remo, el chaleco salvavidas y en grupos de tres y cuatro nos subimos a la piragua y a remar, al principio todo fue un poco difícil porque hay que trabajar en grupo y ponerse de acuerdo, pero al final, todo se consigue. Por último, nos tocaba volver a subir al pueblo, ponernos arneses y cascos para escalar en el rocódromo y entre subida y bajada, comernos el bocata para recuperar un poco el aliento.
Después de un día lleno de aventura, movimiento, risas, carreras y demás, ponemos el broche final con una foto de todo el grupo con la mejor de nuestras sonrisas y con unas ganas enormes de volver, gracias a los monitores y a nuestros amigos y compañeros de Valsaín por este día tan maravilloso.