Elena Vázquez Gutiérrez.
El día 26 de octubre los niños de infantil de 4 y 5 años, los niños de primero y sus profes… ¡nos fuimos de excursión! Vinimos al cole, y en clase las profes nos pintaron un número para luego hacer grupos y jugar juntos en todas las actividades que nos esperaban en la granja. Cuando estábamos listos, una fila y…¡al autobús! Nos quitamos las chaquetas, nos pusimos el cinturón, despedimos a los papas por la ventana y ya estábamos listos para empezar el día. La granja estaba un poco lejos pero aprovechamos el viaje para cantar canciones, hablar con los compañeros, y mirar por la ventana para disfrutar el paisaje. Subimos y bajamos un puerto, los árboles nos mostraban los colores del otoño y además veíamos como la niebla aparecía y desaparecía.
El día 26 de octubre los niños de infantil de 4 y 5 años, los niños de primero y sus profes… ¡nos fuimos de excursión! Vinimos al cole, y en clase las profes nos pintaron un número para luego hacer grupos y jugar juntos en todas las actividades que nos esperaban en la granja. Cuando estábamos listos, una fila y…¡al autobús! Nos quitamos las chaquetas, nos pusimos el cinturón, despedimos a los papas por la ventana y ya estábamos listos para empezar el día. La granja estaba un poco lejos pero aprovechamos el viaje para cantar canciones, hablar con los compañeros, y mirar por la ventana para disfrutar el paisaje. Subimos y bajamos un puerto, los árboles nos mostraban los colores del otoño y además veíamos como la niebla aparecía y desaparecía.
Cuando bajábamos la montaña, la niebla se fue, el sol se abrió paso y… ¡llegamos a la granja! Allí nos estaban esperando un montón de monitores que nos fueron agrupando según los números que teníamos pintados y pasamos a una sala donde nos esperaban un montón de niños más, había niños del cole de Valsaín. El coordinador de la granja nos contó las actividades que íbamos a hacer y para cada grupo había un monitor genial, muy majo y con muchas ganas de enseñarnos un montón de cosas, y una vez acabadas las presentaciones ¡empezamos la aventura! Durante la mañana fuimos haciendo diferentes actividades con nuestro monitor, la granja era enorme y con muchos sitios para visitar, así que no había tiempo que perder. Todos fuimos pasando por el ganado, estuvimos tocando un montón de animales, por ejemplo dimos de comer a las cabras, estuvimos con las ovejas y con unos corderitos monísimos pero eran tan pequeñitos que a veces se asustaban, también recogimos huevos de las gallinas y ¡hasta ordeñamos una vaca! La vaca era enorme pero muy buena, la acariciábamos y la monitora nos explicaba como ordeñarla, era genial ver como salía la leche y caía al cubo.
En otra zona de la granja vivían patitos, gallinas y conejos, uno de ellos era el conejo más grande que habíamos visto. El monitor nos enseñó cómo cuidaban los huevos para que nacieran pollitos y luego a los pollitos para que crecieran fuertes y sanos y, para acabar, vimos tortugas, pajaritos y un camaleón chulísimo que podíamos ponérnoslo en la chaqueta y ver cómo trepaba por nuestro brazo, ¡muchos valientes lo hicieron! Pero en la granja no solo vimos animales si no que, entre animal y animal, nos tenían otra actividad preparada: para los niños de primero trabajar con cerámica. Nos enseñaron a hacer una mariquita portalápices con barro, muy fácil de hacer y el resultado fue genial.
Y para infantil, para los niños de 5 años… ¡sales de colores!, elegimos colores negros y naranjas y fue muy divertido, y finalmente los más peques…se convirtieron en panaderos, los monitores sabían un montón y aprendimos todo el proceso desde coger el trigo hasta que se metía el pan en el horno. Después de todas estas actividades, había que reponer fuerzas y llegó la hora de comer, fuimos a un comedor muy grande, y comimos todos juntos. En las mesas había bandejas con unos ricos macarrones, un filete ruso y de postre una manzana, nos encantó la idea de las bandejas, queremos proponérselo a José –nuestro cocinero-. Los niños de primero como ya somos mayores, nos preparamos nosotros mismos la bandeja y la llevamos a nuestro sitio. Teníamos mucha hambre y comimos genial, una vez que acabamos de comer tocaba volver al autobús. Ya eran las tres y había que volver al cole. En el viaje de vuelta estuvimos más tranquilitos, se notaba el día tan completo que pasamos, y había que descansar un poco para llegar con fuerzas para contar a los papas, a los abuelos, todo lo que habíamos hecho. ¡FUE UN DÍA GENIAL!